Recién llegado a España tuve un problema en la rodilla
derecha, una vez en misa, ante el Santísimo hice una genuflexión ( acción y
efecto de doblar la rodilla, bajándola hacia el suelo, ordinariamente en señal
de reverencia) por supuesto que doble la izquierda. Al terminar la misa se me acerco
una Sra y me dijo que la genuflexión con la izquierda era para los reyes, como no tengo cultura de reyes o reinados, ní idea, le
respondí a la Sra. que sólo hacía genuflexión a Dios, y si tenía que hacerla ante alguna persona
prefería hacerla ante un inmigrante, una prostituta o una persona en un psiquiátrico.
La reverencia hace referencia a un valor importante en nuestra vida: el respeto. Algunos creen que en las generaciones más jóvenes se perdió y en las mayores, algo olvidado. Este gesto de reverencia evoca, incluso corporal, una veneración. Se trata de reconocer a ese “alguien” como digno, con grandes virtudes o por lo que puede representar o recordar.
Me dejo cuestionar: ¿Ante quién o ante qué hago reverencia?
En los tiempos que corren, donde vemos disputas continuas en quienes nos
representan, ciertas falsedades publicadas con descaro en las redes, corrupción, continuos desprecios… pide de nosotros repensar lo respetable. Reconocer
quién para nosotros hoy es modelo a venerar y qué se merece esa inclinación. Me
surgen algunas imágenes en mi mirada creyente: el inmigrante, la anciana sola en la residencia viendo la misa dominical, el
niño feliz en la puerta del colegio, el joven trabajador soñando en su futuro, la chica que han traído engañada y hoy es prostituta, la monja de 85 años de edad y 60 viviendo en amazonas… y así
tantos rostros que esconden algo de la Presencia más divina de un Dios que
quiere ser para nosotros modelo de dignidad.